Tener una propiedad inmobiliaria en el barrio del Carmel puede suponer una gran oportunidad. No todo el mundo está hecho por el jaleo y contaminación del centro de Barcelona.
En los últimos años, debido a varios factores como la turistificación masiva de Barcelona y la entrada de visitantes desde los barrios marítimos a causa de los cruceros, la opción de vivir en la ciudad, pero de una manera más tranquila, más aislada y haciéndolo desde las alturas es algo que muchas personas buscan.
¿Es el Carmel un buen barrio para vivir?
Que la historia reciente haya definido al Carmel como un barrio con cierto componente marginal, no conecta con la realidad de los últimos años.
El Carmelo tiene carácter propio. Se trata de un barrio de gente llana, principalmente venidos de toda la península para trabajar. Por tanto, es un barrio hecho a sí mismo. Popular, sencillo, pero que ha luchado por evitar degradarse y ha conseguido los que otros barrios no han podido, sobreponerse a caer en las miserias.
El Carmel es un barrio con todos los servicios municipales, escuelas, institutos, bibliotecas, centros de salud…
Comercio, supermercados y una excelente conexión tanto con la ciudad como con su entrada y salida. El hecho de que no sea «cómodo» acceder a ellos debido a sus grandes pendientes le otorga un carácter propio, una burbuja a las alturas plácida por quienes viven.
Los parques y las vistas
Seguramente el máximo atractivo que aporta una vivienda en el Carmel son estos dos factores. Una red inacabable de caminos a través del bosque conforman una enorme área de zona verde donde poder pasear, realizar actividades al aire libre o realizar deporte.
Aunque el parque principal sería el propio Parque del Carmelo, incluyendo los jardines de Juan Ponce, el mismo parque está directamente conectado al espectacular Parque Güell, el cual ofrece magníficas vistas y zonas de paseo en su parte alta, el monumento arquitectónico y la masificación turística queda en la parte Baixa de la colina, junto al Guinardó y Vallcarca.
También, casi integrado en el tejido urbano encontramos el parque de La Creueta y el Coll y, por otra parte, el enorme Parque del Guinardó, que consiste en un laberinto de caminos a través del bosque, y ofrecen los Bunkers del Carmel en la su cota más alta, ofreciendo así una panorámica de 360° de la ciudad.
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